Asesoría Fiscal

Nuestra filosofía en el área del asesoramiento tributarios es clara: asesorar y gestionar para lograr la mejor fiscalidad.

  • Una buena fiscalidad se logra adoptando medidas que contribuyan a lograr una mejor carga impositiva sin por ello incurrir en fraude.


    Personal altamente cualificado, en permanente formación, con medios técnicos adecuados y sistemas de procesos que permiten detectar con rigor los errores incluso antes de que se produzcan, información continua de las ventajas impositivas para acogerse a ellas, consejos sobre pruebas y documentales que soporten las declaraciones formuladas y, sobre todo, comunicación fluida entre empresa y asesor que permita tomar decisiones relevantes en el menor tiempo posible.

    Las primeras medidas que nuestro despacho acomete al recibir un nuevo cliente son:

    • Tratándose de una empresa de nueva creación y atendiendo a sus características, se aconseja sobre la forma que deben adoptar: persona física, sociedad civil, sociedad limitada, etc.

    • Tratándose de empresas ya creadas, se lleva a cabo un análisis fiscal que permita mejorar lo existente o, en su caso, corroborar lo correcto de la situación.

    • Definición de la política fiscal y planificación del funcionamiento.

    • Soluciones a consultas sobre materia tributaria, con señalamiento de la normativa aplicable y de casos similares resueltos con anterioridad por los organismos consultivos de la Agencia Tributaria y del propio Ministerio de Economía y Hacienda.

    • Remisión de circulares informativas sobre temas de interés para las empresas: normativa, resoluciones, sentencias, etc.

    • Elaboración y tramitación de escritos y consultas dirigidas a la Administración Tributaria.

    • Asistencia, representación y defensa ante los órganos de la Inspección de Tributos.

    • Elaboración y presentación de declaraciones periódicas y esporádicas de impuestos:

    • Tramitación de solicitudes de aplazamiento de impuestos.

  • Una adecuada fiscalidad de la empresa debe ser atendida como una necesidad de obligada atención, no ya solo por las consecuencias de una deficiente gestión sino, y sobre todo, por la tranquilidad que se logra y por el innecesario padecimiento de sanciones que, en muchos casos, llegan a ocasionar situaciones fatalmente irreversibles.